
A 38 AÑOS DEL GOLPE, CHENGO ALMIRÓN, CUENTA LO VIVIDO EN RI9, Y NO QUIERE REFORMAS
23.03.2014 10:50 CORRIENTES
José Almirón, ex preso político, vive en Alemania desde 1980, visita Corrientes cada 24 de marzo. No fue invitado al acto de mañana en el Regimiento
Estos días traen nostalgia y una mezcla de tristeza y alegría a José Pedro “Chengo” Almirón, ex preso político que tuvo que exiliarse en Alemania en 1980, tras estar detenido en la Alcaidía de Corrientes y secuestrado en el Regimiento de Inafanteria Nº 9 Coronel Pagola. A 38 años del inicio de la última dictadura, Almirón conversó con diario Norte y recordó el horror, el exilio y opinó por las obras que intenta hacer la Municipalidad de Corrientes en los predios castrenses ubicados en la avenida 3 de Abril y Costanera y también en el ex cuartel de Santa Catalina.
Almirón Vive en Dusseldorf desde hace 34 años, trabaja en la comuna de esa ciudad germana. Ese lugar lo acogió luego de que la organización Amnistía Internacional gestionara su libertad y posterior traslado a esa ciudad. Eran tiempos turbulentos en el país y “Chengo” lo sufrió en carne propia.
La charla empieza con el máximo interrogante de la dictadura. Los desaparecidos.
-Los militares saben dónde están. Les cuesta decir dónde están los cuerpos. Es como si fuese un pacto, nadie quiere decir. Me acuerdo el día de mi detención y es difícil de describir; estaba con todos mis hijos, con mi familia. Llegaron gritando, preguntando dónde estaban escondidas las armas. Me acuerdo de mi hermano y de mi papá contra la pared, y de los militares con armas largas. Todos mis hijos se asustaron, tenía un bebé de un año y estuvo más de tres años sin emitir palabras por el susto. Yo pensé que me iban a matar. Cuando me sacan de la casa, me ponen una venda, pero yo sabía cada pocito que había en la calle Chaco, porque viví toda mi vida en el Camba Cuá, era repartidor de productos y conocía muy bien el barrio.
-Sobre su lugar de detención ilegal (Regimiento 9) ¿Qué piensa de las obras que quieren hacer allí?
-Me da escalofríos pensar que van a modificar el Regimiento, que van a hacer una calle (división del cuartel para la extensión de la calle Moreno) porque tengo miedo que ese lugar desaparezca. Me opongo a que se venda parte del Regimiento porque lo van a comprar empresas y familias de mucho dinero. Sin embargo, me parece bien que se hagan viviendas en Santa Catalina porque muchos desaparecidos luchaban por los que menos tienen, pero no me gusta que se tengan que comprar porque no todos los que necesitan casas tienen el dinero que piden.
-¿Va a participar del acto central por el Día de la Memoria?
-No me invitaron. Me gustaría ir, pero hasta el momento no me invitaron.
-En septiembre de 1976 fue detenido en su domicilio ¿Tenía sospechas de que eso podía suceder?
-Sabía que existía la posibilidad. Un compañero me había dicho que los del Servicio de Inteligencia habían pasado por mi casa. En ese momento no presté atención pero después me acordé que él había hecho el Servicio Militar y que conocía a los que estaban en el Servicio de Inteligencia.
Esa noche me fui al cine Colón con un amigo, José. Cuando volvimos le pedí que se fijara si había alguien en casa. La señal era encender un cigarrillo si estaba todo bien. Esa noche yo ya tenía el presentimiento que iba a pasar algo.
-¿Sabía que lo llevaban al Regimiento?
En ese momento me di cuenta que llevaban ahí. Pero antes, habíamos pasado por la calle Entre Ríos, entre Lamadrid y Las Heras, donde hicieron otro allanamiento y preguntaron por “Álvarez”. Después suben al camión a alguien y escucho que un militar dice: “Cuidado que está embarazada”, y suben a una mujer. Nunca supe qué pasó. A ella también la llevaron al Regimiento. En mi declaración ante la Justicia no me acordé de este hecho, pero después me vino a la memoria. Inclusive de compañeros míos que estaban detenidos y con los que hablé en el lugar del cautiverio, pero en el momento de mi declaración no me acordé.
-¿Cuánto tiempo estuvo en el centro clandestino de detención?
-Estuve detenido dos veces. La primera en septiembre, unas tres semanas y al poco tiempo fue la segunda. En la última llegaron a mi casa al mediodía, estábamos todos almorzando, en familia. Me metieron en un auto blanco y me llevaron directamente al Regimiento. Ahí recibí muchas más torturas que la primera vez. Me preguntaban si yo era montonero y por nombres de compañeros. Yo era de la Juventud Peronista y hacíamos actividades en los barrios. Me detienen porque tiempo antes cerca de la iglesia San Pablo habían matado a un compañero, Beto Colombo, y a otro más, y entre las pertenencias encontraron un documento mío en el que contaban mi detención. “Vos no sos ningún perejil, nos mentiste”, me decían y se ensañaron conmigo. Estuve ahí hasta 1980, cuando me llevaron a la Alcaidía (actual jefatura de policía), después me fui a Alemania.
-¿Su padre también estuvo detenido?
-Lo llevaron conmigo en mi segunda detención. Me dolió mucho verlo esposado y vendado. El no tenía nada que ver, nunca se recuperó. Cuando falleció yo ya no estaba acá.
-¿Qué recuerda de sus días en cautiverio?
-Cuando me torturaban me tenían en una pieza chica donde estábamos ellos y yo. Después me pasaron a un lugar cerrado, pero miraba hacia arriba y había duchas, estábamos divididos por roperos y otros muebles. En ese momento yo hablé con un compañero de Goya, también vi a Chacho Núñez, a Carlos Achar. Una noche tiraron un bulto y me di cuenta que era una persona. Me saqué la venda y lo reconocí. Le pregunté si era el Mono Vargas (desaparecido), estaba muy golpeado. Me dijo que tenía miedo de que lo maten y me contó que lo detuvieron junto con su compañera. Me pidió que si le pasaba algo que le diga a su familia que los quería mucho"/Norte.
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