17.07.2012 18;00 Asunción, Paraguay
Por: José Antonio Vera
En este momento que vive el Paraguay, lo más claro es la confusión, y ella está facilitando la ejecución de actos contrarios a la decencia humana, violatorios de elementales avances que se venían registrando en la construcción de una armonía social que, al evitar los viejos enfrentamientos mediante el ejercicio de un diálogo colectivo en crecimiento, echaba raíces para instalar un sistema de convivencia en democracia.
Elemental, claro, que para alcanzar ese anhelo mayoritario en la ciudadanía, era y es de suma urgencia atacar los problemas sociales más graves, como el de la miseria que, en este país, no sólo registra hambre estomacal sino también cultural, con el agravante de que la corrupción está instalada en el país como algo connatural a sus habitantes.
¿Cómo es posible, si no fuera así, que se continúe cometiendo tantos abusos en toda la superestructura nacional, desde los tres poderes del Estado hasta las sectas en que se han convertido los partidos políticos, pasando por el mundo universitario, carente de investigación científica en la mayor parte de sus carreras, y haciendo gala de obscenidad el sector privado, verdadero mercado de venta de cartones llamados diplomas, pagados en cuotas anticipadas sin que nada asegure su entrega en tiempo y forma?.
Es penoso ver la desigualdad social que genera el sistema económico y político imperante, pariendo la decrepitud que exhiben algunas personas encaramadas en cargos de decisión, tan improvisadas como anteriores titulares, fruto del oportunismo politiquero y de una obsesión demencial por acceder al poder pisando cabezas hasta ayer amigas, y deslizando sin pudor vergonzantes intentos por justificar la abyección.
No, no es nepotismo, “porque hay una militancia que lo amerita”, se apresuran algunos, que nadie se apure, porque “hay puestos para todos”, agrega otro, como años atrás un aprendiz esteño de Al Cappone, ufanamente sentenció que había oportunidad para que todos los correligionarios colorados robaran y se hicieran ricos.
“Riquelme donará tierra a los campesinos”, apareció en la prensa cómplice de la tenencia ilegal de millones de hectáreas desde hace medio siglo o más, ejercitando sus hábitos mentirosos y tergiversadores de los hechos y del lenguaje, pues en todo caso si eso se diera no sería más que una restitución de una posesión ilícita, que el oficio de reducidor pretende hacerla pasar como legítima, aunque jamás tenga legitimación.
En medio de la irresponsabilidad que recupera terreno, un conocido empresario y frustrado líder político con ganado crédito social, ha salido a decir bonachonamente, con la soltura y comodidad que le da su solvencia económica, que la imparable incursión de los paquetes transgénicos, estimulada por el nuevo gobierno, no constituye ninguna amenaza para el campesinado e indígenas paraguayos, para el uso de su propia semilla, ni para el medio ambiente, en objetiva colusión con las corporaciones transnacionales.
Olvida ese caballero las fumigaciones que enferman a la gente, el empobrecimiento de la tierra, la contaminación de los cursos de agua, la deforestación, y la exportación por el país, sin cobrar impuestos, de cereales y oleaginosas, y con ello la riqueza de su suelo, de su agua, el sudor de los peones y el hambre de cuatro cada diez paraguayos.
Con la misma insensibilidad, la Comisión Nacional de Bioseguridad (CONBIO), anunció que la Universidad Nacional (UNA) acaba de aprobar el cultivo de maíz transgénico, anticipo de otras cuatro variedades y una de soja, también genéticamente transformadas, y que sólo falta que el Ministerio de Industria avale su conveniencia comercial, lo cual es seguro dado que sus dos principales dirigentes son parte del juego.
CONBIO, desbordando exitismo, añade que espera la liberación del RR (resistente al herbicida glifosato), que permitirá duplicar la cantidad de producción del algodón, si es que resulta favorable el dictamen de inocuidad alimentaria que corresponde dar al Ministro de Salud, Antonio Arbo, enfrentando un desafío que le pone la tozuda ética.
La algarabía que expresa la rosca agrotóxica nacional, manifestada ruidosamente en presencia del presidente del gobierno de facto en la Expo de la Opulencia Rural en Roque Alonso, trasunta todo el odio que en los últimos dos años movió a ese sector contra la política del Servicio Nacional de Calidad Vegetal y de Semillas (SENAVE) aplicada por su Presidente Miguel Lovera en defensa de la población pobre del campo, de una alimentación sana y de las semillas nativas, contra las redes del agronegocio.
La amoralidad reinante permite priorizar la privatización, por varias décadas, de empresas estatales bajo la denominación de “concesión”, “con inversiones fabulosas y grandes beneficios para el país” (hasta dicen pueblo), operaciones sólo exitosas en los anuncios periodísticos, pero desmentidas por la documentación reunida y la investigación que se continúa en los países que han sido víctimas del entreguismo gubernamental, casos de Argentina, Chile, Islandia, Grecia, Rusia, Portugal y otros.
Federico Franco es partidario de continuar con las listas sábanas hasta el 2015, una fecha intermedia entre dos períodos electorales (2013/2018), medida destinada a continuar calentando los motores que, desde hace meses, vehiculiza la venta de puestos para el Senado y Diputados, al precio de varios millonarios por cabeza, como en las ferias de ganado.
En los aparatos tradicionales, tanto colorado como liberal, cuyos vicios en parte siguen contagiando a sectores del progresismo, se está incurriendo en las mismas prácticas bochornosas de siempre, en la confección de las listas para integrar el futuro parlamento, reiterando la vieja perversidad de las cúpulas partidarias que hacen gárgaras con la palabra democracia para pisotearle en cada gesto, en una gimnasia sin participación ciudadana, convocada solamente para votar cada cinco años.
En medio de todo y de los alaridos de victoria que se escuchan en las carpas azules, hay movimientos encontrados, la ansiedad de escalar posiciones abraza a muchos que ayer nomás se odiaban, y en la reciente convención se observó gente muy desnorteada, sin rumbo algunos y muchos arrastrándose como cangrejos, anticipando el ingreso a terapia intensiva de más de una corriente interna, incluso entre las grandes, lo cual probablemente derivará en graves conflictos partidarios con inevitable desestabilización de la política nacional.
Frente a ello, ¿qué actitud está asumiendo el abanico democrático y progresista?. Sin poderse aún sacudir el tremendo shock producido por el sorpresivo golpe de la derecha, se está revolviendo entre hipótesis y contradicciones, con franjas que persisten en el dañino electoralismo y otras en el caudillismo, despreciando un excepcional momento histórico para capitalizar políticamente la movilización popular y esa mayoría ciudadana crítica y coherente que, en defensa de la democracia, sostiene a Fernando Lugo.
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