
ARÁ BERÁ Y SAPUCAY: JUNTAS EN UN SHOW PARA EL MUNDO
01.02.2013 14:00 CORRIENTES
Por: Stella Marís Folguerá
Juntas, en su edición 2013, pueden hacer un espectáculo
digno de los mayores escenarios del mundo. Entre el primer show y el que vimos el miércoles, es evidente el trabajo que ambas realizaron sobre sus puestas. Ajustaron, acentuaron y mantuvieron su excelente manejo del espacio escénico.
En el caso de Ara Berá la composición secuencial del tema es clara, independientemente de la información oral, que se cumple sin invadir y apelando a rimas que resultan bellos refuerzos de lo visual. Hay limpieza en el desempeño de cada rol, hay un relato coreográfico claro y bien tramado del argumento, con un impecable criterio teatral. El ajuste de la danza y la expresión a la estructura musical se afirmó con alta calidad coreográfica y teatral en el encadenamiento de las acciones. Los cuadros cerraron con espectacularidad sin cortar la continuidad del desarrollo. La comparsa bailó animada y precisa. La selección musical de Ara Berá es efectiva, de gran calidad, ajustada a los climas buscados, a los espacios descriptos, y a las acciones que debe soportar la música. La dinámica es sostenida, pese a las concesiones de sus tres minutos de gloria que demandan -a veces exigen, con pataleta y todo- algunas solistas y figuras, que a menudo pesan demasiado en la coreografía. Pero ése es un mal general.
Su actuación de anoche puede resumirse en dos palabras: impecable y colosal.
Destacan muchas figuras: impactante la apertura de Francisco Benítez y Francesca Valentinotti. La Reina Mozambique, Gabriela López, brilla con gran traje y excelente desempeño, bien complementada por el dúo de Princesas Mozambiques: Valeria Encinas y Evelyn Mosevich.
Todo el cuadro de Africa es fuerte y conmovedor. Sobresalen los Mozambiques en Libertad, el mejor grupo de baile de la noche.
Los trajes de los Mitopeces son de una originalidad, un colorido y una realización remarcables.
El vestuario luce espléndido en su colorido vibrante, sus originales diseños y su excelente realización.
Los Araberacitos conforman un conjunto que desarrolla su parte con aplomo de adultos, bien guiados por los guacamayos: Lara Noguera, Tamara Stancoff e Indiana Alfonzo, comparseras que saben cumplir su rol con entrega y sin ambiciones estelares.
Destacan María Eugenia Alarcón, siempre desenvuelta y buena bailarina (Guacamayo); Luciana Pitton, solista de los Pececitos; Valentina Hidalgo Ramirez, de notable desempeño; Los Monos Azules saltarines y simpáticos. Y muchos otros chicos que se perfilan como futuras grandes estrellas e iremos individualizando en futuras actuaciones.
Párrafo aparte le debo al grupo "Cañaverales". Lució espléndido. Y también debo insistir en la pregnancia que provoca la inserción del grupo del candombe del Cambá Cuá en la comparsa. Quien lo resolvió y no supo o no quiso corregirlo está perjudicando el efecto final que es tan importante.
En cuanto a la Escuela de Samba, no valen aquí análisis detallados ni comentarios técnicos. Sencillamente dictó cátedra. Es una orquesta de percusión insuperable. La modernidad de su estilo, la originalidad de sus variaciones y sus cortes, el uso de los agogó que sostuvieron su melodía a lo largo de toda la actuación, fue sobresaliente.
La bastonera es excelente: graciosa, simpática, rápida, liviana, con hermoso y adecuado vestuario. Lo numeroso del cuerpo de la percusión más los desplazamientos de las ejecutantes de rocares empasta su actuación y desluce su aparición inicial. No le hace falta a Ara Berá esa entrada con sus ejecutantes en rol de bailarinas. Que cada uno haga lo suyo que lo hace muy bien y no puede discutirse su marcada superioridad.
La Escuela de Samba de Ara Berá fue, indiscutiblemente, el punto más alto en percusión de la noche.
Cerró Sapucay con su espectáculo "Cien años con el Vera". Hermosa actuación de la comparsa.
Cuadros limpios, coreografías sencillas y bien desarrolladas, comparseros con el ánimo alto, buenos bailarines. Grandes figuras con trajes de bonito efecto y cuidada factura, escena clara y dinámica sostenida.
La coreografía es impecable.
Sobresalen por lindas, por el efecto de sus trajes lucidos y bien realizados muchas de las ya consagradas figuras de Sapucay y algunas que comienzan su andadura al estrellato.
Armonioso y bello el grupo de las musas, precioso el traje de Irene Falcón, y muy buena su actuación. Elegante, colorido y bien llevado por Azul Gómez Sierra el traje de Dama de la sociedad, muy en su papel.
Divertida y bien lograda la actuación de la pareja conformada por Ariel y Analía Bury en su papel del Gobernador y Señora.
Gran traje el de Eliana Duarte, que acompaña con buenos recursos de actuación al versátil y efectivo Carlos Lancieri.
En el cuadro de Aida, resuelto en general con trajes de gran porte y llamativa realización destacan el Faraón, Diego Ojeda; Amneris, Paula Romina Acuña con precioso atuendo; Horus y Anubis (Jaime Torres y Augusto González) que además son colocados en alto lográndose un buen marco a la escena; Nicolás Batalla en su rol de Rey de Etiopía hace una entrada imponente.
En el baile de Carnaval hay gran variedad de trajes y de figuras entre las que aparece, en el rol de Colombina, bella cono siempre, Beatriz Vallejos Schulze.
El bloque dedicado a la danza clásica está tratado con acierto y conocimiento. Los bailarines, de excelente desempeño, realizaron una composición original con partes de ballet de repertorio ensambladas tales como "El Corsario" ballet del S XIX con coreografía original de Joseph Mazilier y música de Adolphe Adam sobre un poema de Lord Byron, si bien la coda, que es lo que se ha trabajado en Sapucay, la agregó Marius Petipá en 1899 con música de Ricardo Drigo; "Carmen" de Bizet y otros.
El cuadro de Drácula está bien llevado pero resulta un tanto largo. Y el de "Chicago" es lo mejor de todo el espectáculo: preciso, bien bailado, bien en carácter.
El "Cascanueces" de los Sapuquines es encantador y están muy bien jugados los colores en la escena. Los chicos se desenvuelven con seguridad y se los ve disfrutar su parte. A los nombres de Juanita Castillo Odena sumamos el de Esperanza González y el de una segura futura estrella: Virginia Gallo.
El bloque de Danza Libre resulta de inserción un tanto forzada en el clima general y la musicalización de la obra integral, además de que no interpreta, en mi opinión, lo que fue la esencia de ese importante hecho artístico. Sobresale Agustina Garay, bella y con muy bonito traje lila y su partenaire Diego López, excelente bailarín.
Imponente traje el del Sol (Marcos Romero) en el cuadro correntino, de difícil conexión musical con el resto del espectáculo, pero con buenos efectos de color y bien defendido por los bailarines.
Joya de realización el traje del Adelantado Juan Torres de Vera, José Alfredo Ramirez y muy lindos los trajes de las libélulas del Iberá con la hermosa Inés Gómez Sierra al frente.
La Escuela de Samba de Sapucay ha crecido. Ha perfilado un estilo y ha perfeccionado su toque. Cumple una excelente actuación. Su bastonera tiene mucha presencia en el escenario y exhibió mayor variedad de pasos y evoluciones, con buen desempeño.
En su conjunto, la apreciación de la obra propuesta por Sapucay deja la agradable sensación de haber visto un espectáculo cuidado y logrado, aún con un planteo de difícil tratamiento por la diversidad de hechos artísticos de diferentes estilos y épocas que debió resumir.
Una noche en la que las dos comparsas pusieron un hito memorable de este carnaval/El Litoral.
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