FRANCISNO ES NI YANQUI NI MARXISTA

16.12.2013          15:10          EL VATICANO

En una entrevista publicada ayer por el diario italiano La Stampa, centrada en la Navidad, reflexiona también sobre el hambre en el mundo, la infancia, el diálogo ecuménico, el futuro de la Iglesia y la economía.

El papa Francisco asegura que no es marxista, aunque no se siente ofendido cuando se lo llama así. “La ideología marxista está equivocada, pero en mi vida he conocido a muchos marxistas buenas personas, por eso no me siento ofendido”, reconoce el obispo de Roma. En una entrevista publicada ayer por el diario italiano La Stampa, centrada en la Navidad, Jorge Bergoglio reflexiona, también, sobre asuntos como el hambre en el mundo, la infancia, el diálogo con otras religiones, el futuro de la Iglesia o la economía, Francisco mantiene que la reforma del Ior, el banco vaticano, va por el camino justo, apoyándose en los últimos informes positivos del Moneyval, el mecanismo de control financiero del Consejo de Europa. Y reafirma que la mujer en la Iglesia tiene que ser valorada, no clericalizada. Pero para el Papa, la mayor preocupación es “la tragedia del hambre en el mundo” que, en su opinión, tiene solución con la cooperación de todos.

En el reportaje concedido a La Stampa, Bergoglio muestra una vez más su preocupación por los más débiles, en concreto hacia los niños, y explica que durante sus oraciones pregunta a Dios por qué sufren. La próxima Navidad es la primera que Bergoglio pasará como sucesor del apóstol Pedro y, durante la entrevista, reconoce que en la Nochebuena piensa en los cristianos de Tierra Santa que no pueden profesar su fe.

“La Navidad siempre me hace pensar en Belén, un punto preciso en Tierra Santa donde vivió Jesús. En Nochebuena pienso, sobre todo, en los cristianos que viven allá y que tienen la dificultades por las que han tenido que dejar aquella tierra. Pero Belén continúa siendo Belén”, asegura. Así, reconoce que están trabajando en su próximo viaje a Tierra Santa para seguir con la era de los viajes papales, iniciada con Pablo VI en 1964, y cita como su principal prioridad el diálogo con otras religiones.

“Para mí el ecumenismo es prioritario. Hoy existe el ecumenismo de sangre y aquellos que matan a cristianos no piden el carnet de identidad para saber en qué iglesia ha sido bautizado. Te matan porque llevas una cruz”, asegura el pontífice.

“El otro día, en la audiencia del miércoles, había una madre joven con su niño de pocos meses. Cuando pasé a su lado, el niño estaba llorando. Yo le dije que creía que el pequeño tenía hambre y ella me respondió que sí. Yo entonces le repliqué: ¡Pues amamántalo, por favor!”, recuerda el Papa. El pontífice explica que esta anécdota es un ejemplo de lo que le gustaría decir a la humanidad: “¡Dad de comer a los hambrientos!”.

En este sentido, Francisco asegura que con los alimentos desperdiciados cada día se podría dar de comer a muchísimas personas y hacer que los niños que lloran de hambre dejen de hacerlo. “En el mundo tenemos suficiente comida para acabar con el hambre. Si trabajamos con las asociaciones humanitarias y nos ponemos de acuerdo en no desperdiciar comida, haciéndole llegar comida a quien la necesita, habremos contribuido a resolver la tragedia del hambre en el mundo”, propone durante la entrevista.

Además, el obispo de Roma vuelve a hablar de la economía, que tanto ha criticado durante estos primeros meses de pontificado y que, a su juicio, mata. “Cuando hablo de economía, no hablo desde el punto de vista técnico. Había la promesa de que cuando el vaso rebosara los pobres se favorecerían, pero sucede a menudo que cuando el vaso está lleno, de pronto se hace grande y su contenido nunca llega a los más necesitados”, critica.

El papa Francisco dijo durante el Angelus dominical, en el Vaticano, que gracias a la ayuda de Dios “nosotros podemos siempre recomenzar desde el inicio, reabrir los ojos, superar la tristeza y el llanto y entonar un canto nuevo”, porque “la Iglesia no es de gente triste”. Señaló, además, que “el mensaje cristiano se llama ‘Evangelio`, es decir ‘buena noticia’, un anuncio de alegría para todo el pueblo”. La Iglesia, remarcó, no es un refugio para gente triste, la Iglesia es la casa de la alegría, y que cuando un cristiano se entristece significa que se aleja de Jesús.

“Como una madre, la Iglesia nos dará coraje a proseguir con confianza el camino espiritual para poder celebrar con renovada alegría la fiesta de la Natividad, el nacimiento de Jesús”, manifestó. El papa argentino explicó que la alegría del Evangelio no es una alegría cualquiera, sino que tiene su razón de ser en sentirse abrazado y acogido por Cristo. “Como cristianos no se nos permite flaquear y vacilar de frente a las dificultades y a nuestras debilidades. Al contrario, estamos invitados apretar las manos, a fortalecer las rodillas y a no tener miedo, porque nuestro Dios siempre nos da fuerza para continuar”, aseguró.

Interrumpido en varias ocasiones por los aplausos de los fieles, Francisco aseveró enérgicamente que siempre hay que seguir adelante porque “Cristo nos quiere mucho”. “Gracias a la ayuda de Jesús podemos comenzar de cero. Alguien puede decirme ‘¡No padre!, he sido muy pecador. Yo no puedo comenzar de cero’ y yo le diré ¡Te equivocas!, claro que puedes”, afirmó.

El mensaje de Bergoglio tuvo lugar al comentar las lecturas del tercer domingo del Advidento, que la Iglesia define también como domingo de alegría (gaudente). El pontífice habló desde la ventana del Palacio Apostólico, antes del rezo del Angelus, a miles de fieles y peregrinos que abarrotaron una vez más la Plaza de San Pedro y a quienes agradeció su coraje por soportar la lluvia.

Al finalizar su alocución, y tras el rezo del Angelus, el Papa volvió a dirigirse a los fieles y peregrinos, en concreto a los niños de Roma, que ayer acudieron a la plaza del Vaticano con sus figuras del Niño Jesús para su tradicional bendición. Además, envió un saludo a España y a los jóvenes de Zambia, a quienes pidió convertirse en “piedras vivas” para construir una sociedad más humana.

El tema sobre el que ha versado el Angelus, pronunciado ayer por Francisco, coincide con el título de su primera y única exhortación apostólica, “La alegría del Evangelio” (Evangelii Gaudium), publicada el pasado 26 de noviembre. Algunas de las miles de personas que llenaron la plaza de San Pedro acudieron con mensajes de felicitación para el pontífice argentino que mañana cumplirá 77 años. Una fecha que algunos ya comenzaron a celebrar en Roma, como los niños del dispensario pediátrico de Santa Marta, que anteayer regalaron una torta de cumpleaños al Papa durante su visita a ese lugar.

La entrevista en La Stampa en italiano

L’intervista del Papa a La Stampa fa il giro del mondo: il commento di Garelli
 

Noc’è solo il forte richiamo alla “tenerezza” nell’intervi sta del Papa.Ma molti altri stimoli, che 

confermano il carattere poliedrico di un pastore la cui prossimità umana e religiosa al suo popolo si accompagna a un forte impegno per rinnovare la chiesa e per portarla a essere nuova “luce” nel mondo. Francesco non colpisce soltanto per la sua disarmante semplicità, per la sua feconda umanità, per la propensione a non sottrarsi alle domande più scomode e imbarazzanti. E’ anche un Papa “avvertito” sia dei mali della chiesa sia delle ferite del mondo, che agisce a vari livelli per mantenere alta la novità della proposta cristiana nella società secolarizzata e per far sì che la chiesa risponda alle sfide della modernità avanzata.  

 

La sua spiazzante semplicità è emersa anzitutto circa il significato del Natale. Ad Andrea Tornielli che gli chiede come si appresti a vivere il suo primo Natale da Papa, Francesco non esita a richiamare il valore teologico di questo evento di salvezza. La nascita di Gesù si comprende solo nella gioia spirituale, non in quella mondana. Dio si fa piccolo a Betlemme non per riparare un’ingiustizia sociale, per sconfiggere la povertà, perché il mondo è 

ingiusto; ma nella logica del dono, per incontrare il suo popolo, per comunicargli un messaggio di amore e di salvezza, per aprirgli orizzonti impensati. Di qui il richiamo a recuperare di questa festa il pieno significato cristiano, a viverla in modo liberante, evitando di interpretare il Natale come una fiaba zuccherosa o come un momento compensativo delle molte tensioni cui siamo esposti nella più ampia società; soprattutto di questi tempi in cui è forte la tentazione di rifugiarsi nelle tradizioni o negli affetti famigliari per ritrovare nella socializzazione ristretta un equilibrio che si è perso sia a livello sia personale sia collettivo. «Se Dio è sceso per stare con noi, non ci sentiamo più soli». 

 

Un altro saggio della teologia del Papa emerge dalla sua riflessione sui mali del mondo, sulle guerre e sui conflitti che abitano il pianeta, sulla tragedia dei popoli che soffrono la fame, sulla sofferenza umana, soprattutto quella dei bambini e degli innocenti. Uno spettacolo del dolore che contrasta con il messaggio di pace e di armonia del Natale e che costringe Francesco a interrogarsi di fronte al silenzio di Dio. Qui il Papa si identifica nell’atteggiamento dei bambini, alle prese con i molti perché della vita. E come essi, più che le spiegazioni, cercano lo sguardo del papà che offre sicurezza, così Francesco si fida di un Dio presente anche se silente. «Tu lo sai il perché e, anche se non me lo dici, mi fido del tuo sguardo». Come a dire che anche i difetti del mondo e della creazione hanno un loro significato nella storia della salvezza cristiana e possono essere in parte attenuati dalla sconfitta dell’egoismo e dell’insensibilità umana.  

 

Oltre ai mali del mondo, il Papa parla anche di quelli della chiesa, che affronta con uno stile di governo aperto alle istanze di tutta la cattolicità. Non soltanto partecipa ai lavori dei suoi 8 consiglieri per la riforma della Curia, ma giorno dopo giorno riceve i suggerimenti dei vescovi e delle comunità di tutti i continenti, per predisporre un piano di interventi che renda la chiesa più consapevole della sua missione spirituale e più libera da preoccupazioni mondane. E ciò con un mix di prudenza e di audacia, con la forte convinzione che la riforma inizia sempre con iniziative spirituali e pastorali prima che con cambiamenti strutturali. L’apertura riguarda anche il campo delle scelte pastorali, con l’invito di Francesco ai ministri di Dio a «facilitare la fede, più che controllarla». Nel pensiero del Papa il battesimo e la comunione sono un cibo spirituale per andare avanti, da considerare più come un rimedio che come un premio per i giusti. Come a dire che non soltanto i puri possono accedere ai sacramenti, in quanto si tratta di risorse spirituali che possono arricchire tutti quelli che sono alla ricerca di Dio. 

 

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