
LAS PROPUESTAS PRESIDENCIALES DE LA DERECHA EN CHILE: DEL PINOCHETISMO COMPASIVO AL PINOCHETISMO AGRESIVO
22.07.2013 20:30 SANTIAGO,CHILE
Juan Francisco Coloane
Desde que el actual presidente Sebastián Piñera fue elegido, comienza a asaltar una duda legítima: Si la política en Chile había que tomarla tan en serio. Con la seriedad que se toman los asuntos que afectan realmente el bienestar social y la felicidad de las mayorías. El que un multimillonario empresario – el presidente elegido- agregara a su dossier empresarial “la cartera gobierno”, parecía más bien el triunfo personal en el itinerario de un hombre de negocios exitoso que conquistaba el espacio de poder que le faltaba. El caudal de información que se accede desde la posición de jefe de estado ha sido un trampolín para otros jefes estado en el mundo de las finanzas.
Dicho esto, sin dudar lo que el propio Piñera ha reiterado que su empeño de ser presidente responde a su profunda vocación de servicio público proveniente de sus raíces familiares y sociales. Esto último no contradice lo anterior. Es posible combinar ambas pasiones, las del empresario virtuoso y excepcional y las del hombre público compasivo con los que tienen menos, por cierto casi infinitamente mucho menos que él, materialmente hablando.
Lo anterior ayuda a enmarcar la cuestión fundamental que enfrenta la derecha y especialmente la nominación de sus candidatos para enfrentar un fenómeno de adhesión popular quizás nunca visto en Chile. Se respira tanto en partidarios como en opositores que la próxima presidenta es Michelle Bachelet, la candidata de la centro izquierda agrupada en un pacto llamado Nueva Mayoría.
Cuando se formó el pacto de Nueva Mayoría, la ex presidenta Michelle Bachelet que hoy lidera en los sondeos de las preferencias por holgados márgenes frente a cualquier candidato y lograba en las elecciones primarias un rutilante 73%, se encendieron las alarmas de los cancerberos del llamado modelo de desarrollo. De pronto aparecía como la respuesta en las urnas a las demandas sociales. Cuando se publica el primer sondeo post primarias y recibe un 39% de adhesión, esa lámpara roja comenzó a encandilar. Era lógico y esperable. El sistema económico es frágil, la institucionalidad también comienza a demostrar niveles de fragilidad no registrados antes. Las alarmas del gran capital (el transnacional en particular) están prendidas respecto a las demandas sociales pendientes.
El paroxismo en la renuncia de Pablo Longueira, candidato presidencial de la Unión Demócrata Independiente (UDI), por motivos de salud, ha obligado a este partido insigne de la derecha elegir en menos de una semana a la ministra del trabajo Evelyn Matthei como su candidata presidencial. En una carrera contra el tiempo porque faltan menos de cuatro meses para la elección, la ex senadora y ex militante también del otro partido de la coalición, Renovación Nacional, partido del actual presidente, ha sido concebida por la UDI como la única carta que puede hacerle frente a la popularidad de Michelle Bachelet. Renovación Nacional el partido que forma parte de la coalición de gobierno no ha decidido aún si acepta a Matthei como candidata única y han criticado la forma apresurada de nombrarla.
Claramente hay fuerzas al interior de los dos partidos que envían señales para que las propuestas presidenciales de la derecha comiencen a desplazarse desde el pinochetismo compasivo de Pablo Longueira al pinochetismo agresivo de Evelyn Matthei . Lo que está en juego son las variantes metodológicas para la continuidad del modelo económico impuesto bajo la dictadura, y por qué no, restituir ciertos rasgos autoritarios hacia el clima de movilizaciones sociales demandando cambios profundos al sistema. Así como el golpe de Pinochet y la dictadura todavía pesan en la izquierda y centroizquierda, en la derecha también pesa pero de otra manera. La derecha fue el sostén político para justificar el golpe y la dictadura y le cuesta una enormidad distanciarse de ese legado. La derecha chilena representa el golpe y la dictadura y en cada elección que pierden ese elemento está en juego.
El discurso de Longueira consistía en una variación de la economía social de mercado aplicada para salir de la crisis durante el régimen de Pinochet. Sin alterar el modelo económico ultra conservador de libre mercado sin regulación, el recientemente renunciado candidato de la UDI, insertaba una propuesta que llamó “de justicia a través del centro social”. El centro que se buscaba en política consistía en la postura de buscar justicia social. Cuando lo planteó no se sabía bien si era su postura o si efectivamente era la filosofía de su partido, la UDI.
Al emerger Evelyn Matthei como candidata reaparece el pinochetismo agresivo que había estado relativamente dormido desde el fallecimiento del dictador (2006). A medida que las demandas sociales comenzaron a influenciar la agenda de los políticos, ese pinochetismo comenzó a reactivarse en algunos sectores que profesan la doctrina de seguridad y finanzas como modelo de desarrollo. Es decir, que fluya el mercado libre y la desregulación en una sociedad en paz social. Claramente las demandas sociales son un rechazo al modelo identificado con la dictadura. La candidatura de Evelyn Matthei es en lo ideológico y particularmente en su visión hacia la izquierda, una representación del pinochetismo más agresivo, adornado con algunos tecnicismos modernos en materias como empleo.
Su candidatura es extemporánea porque la candidata del pacto Nueva Mayoría en su propuesta de programa no ofrece un flanco de radicalización por las reformas. Desde su comando y de los partidos políticos que componen su plataforma, ha habido sigilo y consistencia en evitar una explosión de expectativas sociales y políticas. A pesar de algunas diferencias en el conglomerado respecto a los énfasis en temas como gratuidad en la educación y modalidades institucionales para las reformas, no se caído en el error común de entregar detalles de propuestas que deben ser trabajadas con precisión en el tiempo.
Hay un marco ordenador de prioridades y este rasgo de la campaña ha sido comunicacionalmente devastador para la derecha porque están atacando siempre un blanco movible. Esto ha desesperado a ese sector lo que explica el elegir una contrincante para Michelle Bachelet que le haga el peso en lo comunicacional con agresividad , usando especialmente un dossier de cuentas pendientes de la gestión pasada como presidenta y el viejo fantasma de la desestabilización por reformar el modelo actual.
Evelyn Matthei no tiene más que ofrecer que el pinochetismo clásico revisitado con algunas innovaciones en el área de los valores al ser partidaria del aborto si la salud de la madre está en peligro. En el resto, Matthei, por perfil y cultura política, es anti izquierdista de alma y va a tener la oportunidad de desplegar su arsenal frente a una contendora que no representa a la izquierda, sino que a la centroizquierda. Cada vez más posicionada en el público con propuestas que apelan a cambios graduales, a la moderación y la gobernabilidad.
Chile es el caso de una transición fallida porque la democracia aún atraviesa un proceso muy lento de recuperación al existir todavía una constitución y un sistema político que protegen el legado de la dictadura. Hay un temor al cambio y es el efecto dictadura. Esto sí que hay que tomarlo en serio.
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