PAUL AUSTER Y J.M. COETZEE CAMINARON 10 MINUTOS POR LA FERIA DEL LIBRO DE BUENOS AIRES

28.04.2014             03.00        BUENOS AIRES

Antes de llegar a la Sala Borges, los escritores, invitados de lujo, realizaron una recorrida por los pasillos del predio donde fotógrafos y algunos lectores los siguieron durante los diez minutos que duró el paseo.

Alrededor de las 17.30de ayer ,ambos escritores ingresaron por la entrada de la calle Juncal, donde los esperaban Gabriela Adamo, la directora de la Fundación El Libro y Carlos Ruta, rector de la Universidad Nacional de San Martín -que mañana los nombrará a ambos con el título de Doctor Honoris Causa.
 
De traje gris oscuro, pero sin corbata, ambos bajaron de un auto negro acompañados por Soledad Costantini, de la editorial El Hilo de Ariadna, del Malba, donde el viernes pasado Auster disertó y donde mañana lo hará Coetzee.
 
Tras cordiales saludos de bienvenida, Adamo los invitó a recorrer la feria "Sin que se abalance la gente", pidió el neoyorkino. "Lo intentamos", auguró la argentina. Por suerte para Auster, la visita por los pasillos -que comenzó en el pabellón amarillo- no atrajo a masas descontroladas.
 
Por el contrario, fueron más los fotógrafos y los periodistas que rodearon a los escritores que los lectores fanatizados. En el breve trayecto sólo hubo una parada, el stand de la embajada de Estados Unidos, donde Ruta le señaló a Auster una foto donde el autor de "La trilogía de Nueva York" aparecía en la Conferencia PEN.
 
"Qué cholulez", dijo un hombre que pasó y vio el pequeño revuelo, mientras otros -más jóvenes- lograron lo que más buscaban: su foto con los autores y alguna firma o garabato al menos, en las primeras hojas de libros como "Age of Iron", de Coetzee y "Brooklin Follies", de Auster.
 
Menos de 50 fueron los atentos privilegiados que pudieron seguir con la mirada y bien de cerca a sus escritores favoritos, mientras que miles y miles esperaban cerca de la sala donde en minutos más comenzaría el esperado diálogo epistolar entre ambos.
 
"This is enough" ("esto es suficiente") suspiró Auster y junto a su par sudafricano enfilaron hacia un cuarto más privado, donde sólo accedieron las autoridades de la feria y algunos amigos cercanos locales.