Recordando la Feria Regional del Libro de Alvear (Parte XVI ): La presencia del literato Arturo Zamudio Barrios.

Aguapey.CORRIENTES,18.09.2020. El año 1988, en la edición 5ta. de la Feria Regional del Libro, estuivo participando del acontecimiento literario de trascendencia nacional el escritor correntino Arturo Zamudio Barrios. Literato,poeta,sonetista y periodista.

Ha publicado en diarios de Corrientes y Buenos Aires; es autor de varios libros editado por Moglia Editor de Corrientes, y ha participado en Ferias de Libros y dictado charlas y conferencias en distintas ciudades de la provincia y el País.

Ha sido el conferencista del ciclo anual el año  2005 de Homenaje al escritor saladeño Gerardo Pisarello, coordinado por el periodista y escritor Ángel Mántaras Márquez, y desarrollado en distintas cioudades del interior de Corrientes..

Y pese a nacer con la misión de ajustarse, como entidad de cultura, a las tradiciones específicas del lugar de nacimiento, como se pensó en los fundamentos de su creación. Por eso, en aquella ocasión, Martínez Estrada, quien vino a inaugurarla, expresó rotundo: “No quiero una Universidad Reformista. Quiero una Universidad reformada”. Pero eran otros los tiempos.

Vamos ahora a un principio más cercano y coherente. El conocimiento ligado a un cierto contexto, a una cierta realidad, se ha visto por estos lares como el relativo al estudio de las placas tectónicas, los cultivos y forrajes apropiados y la nueva ganadería –el búfalo y el cultivo de ciertos peces-. Pero la geografía humana que algo tiene que ver con ello, inexistente: un amigo de Letras, conversando conmigo una vez, quedó azorado cuando le dije que Corrientes se había independizado en 1815, y no en el 16, y más de un estudioso de la misma facultad se ha tragado la especie de que los negros han sido traídos a estas tierras por las tropas brasileñas de la Triple Alianza. ¿Cómo hablar, por consiguiente, de literatura si se ignora de dónde somos o provenimos?

Y en ese campo, estos últimos años han sido prolíficos: las FAA celebraron los doscientos años, mucho más que tiene el país actual, y de paso disfrazaron a algunos efectivos con el ropaje de los Colorados del Monte, todavía menos merecedores de una antigüedad tan egregia. Pero entremos de nuevo en el debate en que estamos: alguien escribió que la literatura correntina es el Chamamé, y la vestimos, si se quiere, con ropaje gauchesco, volviéndola más o menos ganadera. Ahora bien, si pensamos que el acordeón, instrumento por excelencia de este género musical (léase si no a Dalmiro Alberto Bacay), anda por aquí desde aproximadamente 1840-41, ¿podrían los indios utilizarlo antes de su invención ítaloaustríaca? Pero peor aún: ¿ cabe asignar raíces gauchescas a un género musical cuyos instrumentos primeros –aquellos primeros en ejecutar lo que después iba a tomar un nombre aborigen—fueron el acordeón, la guitarra, la flauta y el violín, a la par de los conjuntos populares italianos de la segunda mitad del siglo XIX? La verdad es que tal instrumental sabe a bastante urbano, es decir, a aquel puerto sobre el Paraná que combatió unos sesenta años aproximadamente, en contra del “régimen de Rémington y préstamos”, como lo bautizó Sarmiento, quien, por lo menos solía tener sinceridad, al aplicar sus despropósitos.

Ocurre, entonces, que si se desconoce el ámbito social y humano donde las letras habrán de desplegarse, es muy difícil que signifiquen algo. Alguna vez un poeta amigo, ya desaparecido, dijo: “todo el mundo habla de la Argentina, pero nadie la quiere…” Y alguna razón tenía: Corrientes es fundadora de un Estado, cuya estabilización terminó por destruirla. Ni siquiera el ganado de cría le pertenece, pues fue impuesto por las relaciones sociales y económicas que se asentaban con eje en la pampa húmeda; hoy son casi un recuerdo… Y un mal recuerdo… Defendió en sus pactos fundacionales una adhesión voluntaria a la unidad establecida –es decir, derecho a separación- y le impusieron a tiro limpio la premisa institucional de la Monarquía de Luis XVI: la de que los pueblos otorgan soberanía, pero nunca el derecho a denunciarla. Por eso, Corrientes pagó con creces su adhesión a Paraguay cuando el feroz genocidio barrió con el país hermano.

Ignoro, por lo tanto, en estas líneas si hay que saber todo esto para escribir en Corrientes. Pienso que sí… Lo que quiero destacar es que el estado ágrafo del conocimiento que tenemos sobre el país y nosotros, perturba el punto de partida de cualquier labor literaria. Al fin y al cabo ya en 1843 apareció como asesor entre las filas combatientes de Madariaga, el primer Socialista de Sudamérica, Marcelino Parejas, y en 1857 empezaron las persecuciones a los lectores de Proudhon, y su: “la Propiedad es un robo”.

¿Tienen algo que ver con las horas que vivimos, cuando el orden social que padecemos se desmorona, y urge tener una visión de pasado y presente que esté a la altura de nuestras necesidades? También creo que sí, al igual que la tarea literaria que se procure crear por estas latitudes.